Este proyecto arquitectónico propone un espacio donde convergen la contemplación individual, la expresión material del brutalismo y una integración sensible con el entorno natural. A través de una disposición funcional dividida en cuatro zonas, acceso, actividades deportivas, restaurante y contemplación, se establece un recorrido gradual desde lo dinámico hacia lo introspectivo.

 

Su estructura de muros porticados en concreto, junto con materiales como vidrio esmerilado, metal y vegetación estratégicamente ubicada, garantizan confort, sostenibilidad y atmósferas que invitan a la pausa. Más que un edificio, es una experiencia espacial que dialoga con la fugacidad del visitante frente a la permanencia de la arquitectura.